Por qué no debes formular tu protector solar casero

Protectores solares caseros. Mitos sobre aceites vegetales con protección solar y rayos ultravioleta

Los protectores solares, a diferencia de otros cosméticos cuyo objetivo solo es el embellecimiento, son un tipo de cosmético que nos ayuda a cuidar nuestra salud protegiendo nuestra piel de las radiaciones solares. Internet está plagado de recetas y consejos Do It Yourself en las que se asumen FPS (Factor de Protección Solar) de aceites y mantecas vegetales, porcentajes de ingredientes y fórmulas sin ninguna base científica. Formular un buen protector solar no es tan sencillo como utilizar una fórmula mágica en la que una cantidad determinada de gramos de óxido de zinc equivale a FPS X. Hay otros factores que influyen en esta ecuación como por ejemplo los tipos de aceites usados, los emulsionantes, los llamados “boosters” que potencian la labor del ingrediente que aporta la protección solar para alcanzar ciertos valores de SPF, los antioxidantes, incluso un pequeño cambio en la fragancia puede modificar el FPS final. De hecho, en Estados Unidos, la FDA (Food and Drug Administration) clasifica este tipo de cosméticos como un medicamento sin receta (Over-the-counter drug).

¿Qué es el FPS?

El Factor de Protección Solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés) es un índice que nos indica cuánto aumenta la cantidad de tiempo que podemos exponer la piel a la radiación solar sin que la piel se enrojezca. [bctt tweet=”El Factor de Protección Solar (FPS o SPF por sus siglas en inglés) es un índice que nos indica cuánto aumenta la cantidad de tiempo que podemos exponer la piel a la radiación solar sin que la piel se enrojezca #protecciónsolar #safetyfirst” username=”menta_activa”] Por ejemplo, “una persona de piel clara que normalmente empieza a quemarse después de diez minutos al sol, tardaría 15 veces ese tiempo con un FPS 15 (150 minutos o 2,5 horas).”

Para calcular el FPS: Minutos que podemos tomar el sol sin protección sin enrojecernos x  FPS = minutos totales que podemos exponernos al sol sin enrojecernos con la crema. En este artículo Amapola Bio-cosmetics lo explican muy bien.

Tipos de radiación solar

Existen tres tipos de rayos ultravioletas: UVC, UVA y UVB. Los UVC(longitud de onda de 100-280 nanómetros) normalmente no penetran la capa de ozono, así que no hay por qué preocuparse de estos.

Los rayos UVA (longitud de onda de 320-400 nanómetros) son capaces de penetrar la dermis y hipodermis y son los causantes del bronceado, fotoenvejecimiento, pigmentación, melanomas y otros tipos de cáncer de piel.

Los UVB ( longitud de onda es de 290-300 nanómetros) solo penetran la dermis y son los causantes de las quemaduras cutáneas, estos últimos son los que mide el FPS.

¿Aceites vegetales con FPS? El gran mito

Algunos de los aceites más famosos en internet por su supuesta protección contra la radiación solar son el aceite de pepitas de frambuesa, el aceite de coco, de aguacate, jojoba o incluso el aceite esencial de semillas de zanahoria, éste último proviene del destilado, no se debe confundir con el aceite extraído a través de la presión en frío de las semillas o el aceite macerado de zanahoria (aunque en algunos blogs no queda muy claro a cuál se refieren).

El aceite más aclamado, sin duda, por sus supuestas propiedades de protección solar es el aceite de pepitas de frambuesa, algunos blogs afirman que contiene un FPS de 40-50. Según nuestras indagaciones la información podría provenir de este estudio en el que se afirma que el aceite de frambuesa tiene un FPS de entre 28-50.

Pues bien, analicemos con detalle esta información. Por un lado, este rango de valores parece demasiado amplio, una diferencia de 22 puntos, lo cual nos indica que probablemente no se ha llevado a cabo un experimento in vitro y/o in vivo del aceite en cuestión. Por otro lado, el artículo no contiene ninguna información que apoye esta teoría. En el apartado de referencias, no aparece ni un solo artículo cuyo objeto de estudio sea el aceite de frambuesa. ¿De dónde sale esta información? No lo sabemos.

Falta de evidencia científica

Existen pocos estudios que investiguen el FPS de los aceites vegetales o de algunos extractos botánicos. Aunque hay alguno a destacar, como por ejemplo, el artículo de 2016 de Gause & Chauhan en el que se afirma que los aceites vegetales y esenciales estudiados para el artículo, entre los cuales se encontraban el aceita de soja, coco o citronella no contienen ningún tipo de protección solar o muy cercana a FPS 1.

Otro estudio, en cambio, afirma que ciertos aceites vegetales contienen una protección solar de entre 2-8 y algunos aceites volátiles de entre 1-7. Por ejemplo, el estudio afirma que los aceite de oliva y coco tienen un factor de 8 y que aceites esenciales como el tulsi o la menta piperita de 7. Intuimos, que este FPS puede variar dependiendo de por ejemplo el método de extracción de cada materia prima o de la calidad de ésta, pero estos rangos parecen demasiado grandes como para ser verídicos.

A la práctica, estos valores de protección no resultan eficaces para protegernos de las radiaciones solares por un largo período de tiempo, ya que, según recomiendan los dermatólogos, de media se debería usar un FPS de 30 o superior (siempre dependiendo del tipo de piel y características cutáneas específicas de cada usuario). Aunque, por otro lado, cabe destacar que estos aceites y extractos botánicos pueden utilizarse en nuestras fórmulas para favorecer y potenciar la protección solar como elementos secundarios.

Filtros solares de eficacia probada

Existen dos tipos de filtros solares, los filtros solares químicos que absorben los rayos ultravioleta y los filtros físicos que reflejan y dispersan los rayos dañinos a modo de armadura temporal.

Normalmente en cosmética natural se suelen utilizar los filtros solares físicos: el óxido de zinc y el dióxido de titanio. Éstos prácticamente no presentan reacciones alérgicas. El mayor inconveniente de estos filtros es que producen un efecto de blanqueamiento que afecta tanto a la estética sobre la piel, como a la aplicación del producto. (Y luego está la conversación sobre las nano-particulas. Pero ese tema merece su propia entrada en el blog…)

Los filtros físicos muestran ciertas peculiaridades a tener en cuenta a la hora de la formulación. Por ejemplo, el óxido de zinc es difícil de incorporar a una base y es aún más complicado que se mantenga disperso en ésta, pues tiene tendencia a crear grumos. Estas “aglomeraciones” del óxido resultan en una protección muy poco uniforme sobre la piel, donde en algunas regiones se aplicará gran cantidad de filtro solar y en otras prácticamente no habrá. Además, a la hora de formular un protector solar precisamos que sea de amplio espectro, es decir, que proteja tanto de los rayos UVA y los rayos UVB.

Además, la única manera de determinar de verdad si un producto tiene cierto grado de protección solar es mediante un estudio riguroso llevado a cabo en un laboratorio. Desgraciadamente, no hay manera de saberlo en nuestras casas y corremos el riego de dañar nuestra piel a corto y largo plazo. Es imposible estimar el FPS sin por lo menos un estudio in vitro de la fórmula, en contra de lo que afirman algunos blogs de cosmética casera.

Obviamente, que resulte más complicado, no quiere decir que sea imposible aprender a formular correctamente este tipo de productos, si no que necesitamos unos conocimientos más profundos de ciertas técnicas, así como maquinaria específica (más información aquíaquí y aquí).

Hacer una protector solar sólo con aceites o extractos botánicos sería fantástico, pero la realidad es que actualmente no se conoce, ni hay ningún estudio que demuestre que ciertos aceites tienen un FPS lo suficientemente alto como para usarlos como ingrediente exclusivo de protección solar.

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Si quieres ampliar la información aquí te dejo más artículos sobre protección solar:

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4964402/

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4665475/

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3263051/

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2813915/

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC3543289/

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